¿Cómo puede la mente aumentar el riesgo de lesiones?

 

¿Cómo puede la mente aumentar el riesgo de lesiones?

“Lo que hace sufrir a los hombres no son los acontecimientos, sino su valoración de los mismos”  Epicteto (55 – 135).

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Es adecuado comenzar con esta gran reflexión del filósofo griego, Epicteto, donde describe la importancia de realizar una correcta valoración y aceptación de la situación. En ocasiones, tendemos a realizar una sobrevaloración negativa de una situación, por lo que convertimos un problema muy sencillo y breve en uno muy tedioso, complicado y complejo, que nos perjudica e influye negativamente en nuestra salud mental y física. Lo primordial es no adjudicar más relevancia de la que tiene a una situación concreta. Ante esta pequeña reflexión, os añado esta otra frase del filósofo. 

 El hombre no está preocupado tanto por problemas reales como por sus ansiedades imaginadas sobre sus problemas reales”.

Lo que viene a decir básicamente eso, que no es tanto el problema o situación, sino la representación mental que hacemos, lo que nos genera ansiedad.

Partiendo de la base de que las lesiones deportivas son normales y van a aparecer si o sí en la vida de cualquier persona que realice deporte o actividad física de forma habitual. Todos los deportistas estamos expuestos a ellas y nos vamos a lesionar a lo largo de nuestra vida deportiva, no obstante hay una serie de factores que favorecen la probabilidad de sufrir una lesión. Sabiendo e intentando controlar estos factores podremos prevenir algunas lesiones, reducir la gravedad de estas, disminuir el tiempo de recuperación, potenciar el programa de rehabilitación y favorecer la vuelta al entrenamiento y competición. En este caso hablaremos de uno de los factores más importantes a lo largo de todo el proceso de lesión, el estrés.

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No nos sorprende ya encender el televisor, la radio o abrir un periódico y encontrarnos con la palabra estrés, estrés post vacacional, estrés laboral, estrés postparto, estrés deportivo y un largo etcétera. Nos hemos acostumbrado a escuchar este término e incluso a introducirlo en nuestro vocabulario diario.

¿Sabemos realmente qué es el estrés y de qué manera nos afecta?

Lazarus (1984) define al estrés como “una relación particular entre la persona y el entorno que es valorada como desbordante o como algo que excede sus recursos y pone en peligro el bienestar”. En otras palabras, es una valoración subjetiva, donde las demandas del entorno superan los recursos de los que dispongo, por lo que la situación se escapa de mi control. Para comprender la gravedad y gran impacto que tiene el estrés en la sociedad, voy a exponer los datos obtenidos en 2018 por el Colegio Oficial de Psicólogos (COP). Realizaron un estudio con personas entre 18 y 64 años, y concluyeron que de cada diez personas nueve (96%) confirman haber sentido estrés durante el último año y cuatro de cada diez, además lo han sufrido de manera continuada (42,1%). Lo que supondría confirmar que alrededor de 12 millones y medio de españoles sufren estrés cada año y constituye por tanto un problema en la sociedad actual.

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¿Cuál es la repercusión que tiene el estrés en las lesiones deportivas?

La presencia de estrés en un individuo aumenta la vulnerabilidad a las lesiones por varias razones:

  • El estrés produce una sobreactivación muscular favoreciendo la aparición de cansancio y agotamiento físico. Lo que a su vez, puede propiciar un mal uso y coordinación motora, distracciones atencionales y los problemas de flexibilidad. Todo ello perjudica la eficacia y calidad de los movimientos, incrementando el riesgo de sufrir una lesión.
  • El estrés debilita el sistema inmunitario del deportista, lo que hace que no estemos tan preparados y seamos más sensibles a una posible lesión.
  • En el deporte nos encontramos muchas situaciones que incrementan nuestro nivel de estrés, por ejemplo, un deportista que tiene que superar una puntuación para poder participar en una competición concreta. También hay situaciones personales que incrementan nuestro estrés y nos perjudican en nuestro rendimiento deportivo, por ejemplo un deportista que antes de un entrenamiento o competición, discute con su pareja. Todas estas situaciones pueden aumentar nuestro nivel de activación. Un deportista que no alcanza el estado de alerta óptimo o necesario, sufre muchas implicaciones en su procesamiento atencional (dispersándolo). Estos déficits atencionales pueden provocar despistes, haciendo que no se centre en aspectos relevantes, ignorando información importante, cometiendo errores en la ejecución de la actividad y en una rápida y errónea toma de decisiones. Todo ello aumenta la probabilidad de sufrir una lesión.
  • Siguiendo la línea expuesta en el punto anterior, el estrés también puede provocar todo lo contrario, un nivel de activación muy bajo. ¿Cómo? Niveles elevados de estrés pueden favorecer el cansancio psicológico y por tanto también físico, y estados de ánimo bajos y apáticos, todo ello dificulta que el deportista aumente su nivel de activación, impidiendo llegar a su nivel óptimo para rendir correctamente. Un exceso de relajación en la práctica deportiva influirá directamente con nuestro sistema atencional (reduciéndolo), haciendo que cometamos errores atencionales y dejemos de prestar atención a aspectos relevantes, favoreciendo la aparición de errores y aumentando el riesgo de lesionarnos.
  • Siguiendo la línea de un inadecuado nivel de activación, el estrés, también aumenta la impulsividad y los comportamientos agresivos y de riesgo físico. Existen dos formas de respuesta ante una situación estresante, lucha o huida, en este caso, las respuestas impulsivas y agresivas forman parte de la respuesta de lucha.
  • De la misma forma, la otra vía de respuesta al estrés es la respuesta de escape. Algunos deportistas han comprobado que el periodo en el que se encuentran lesionados es ideal para escapar y alejarse de las situaciones estresantes. Por ello, en ocasiones gracias a la lesión, pueden evitar estímulos no deseados que generen estrés.
  • El estrés y las situaciones de incertidumbre pueden provocar que el deportista quiera controlar la situación, en ocasiones de una forma excesiva lo que desemboca en un abuso de la actividad física, llegando incluso, a entrenar por encima de sus capacidades físicas y psicológicas. Este factor se conoce como sobreentrenamiento. En estos casos, el deportista puede ignorar la propia vulnerabilidad de la lesión y sus propias capacidades físicas en ese momento, rebasando cuantitativamente el entrenamiento adecuado, aumentando el riesgo de lesión y favoreciendo la aparición de una.

Por tanto, el estrés puede por muchas vías diferentes incrementar la vulnerabilidad a las lesiones, entonces es necesario una identificación precoz de los primeros síntomas de estrés, para realizar una correcta intervención temprana, de manera que se reduzca el riesgo de lesión, se acorte el periodo de recuperación y se vuelva a los entrenamientos y competiciones de la mejor forma posible.

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Como ya se ha señalado anteriormente, la propia naturaleza de la actividad física y del deporte invita a que se produzcan lesiones, entonces, como dice el dicho “mejor prevenir que curar”. No obstante, si nos hemos lesionado, lo ideal es tomar una perspectiva positiva, buscar un objetivo, estar motivado y tener una mentalidad resiliente.

Y, ¿qué es un deportista resiliente? Actualmente estamos bombardeados por término resiliencia, definida como la capacidad para adaptarse a situaciones límite, situaciones muy complicadas, sobreponerse, aprender y salir fortalecidos de ellas. Durante el periodo de lesión debemos adquirir una mentalidad resiliente, de manera que aprovechemos el tiempo en reposo para seguir aprendiendo y entrenando otros aspectos relevantes en la práctica deportiva, los aspectos psicológicos, y utilizar la lesión como una oportunidad  para seguir creciendo como deportista. 

Por tanto, como conclusión debemos tener en cuenta la importancia que tiene nuestra mente en nuestra salud física, en concreto el estrés en las lesiones deportivas. Sabiendo la importancia que tiene, es adecuado conocerse correctamente y saber identificar los primeros síntomas de estrés, de forma que se pueda comenzar a trabajar sobre este para reducir el riesgo de lesionarnos, potenciar nuestro rendimiento deportivo y favorecer nuestro bienestar.

Leticia Montoya Psicóloga Deportiva