Mira Rai: Soldado , Trail Runner y símbolo del optimismo nepalí
Mira Rai es la imagen de la esperanza en Nepal. Nació, como tantas otras niñas nepalesas en una aldea en el este del país. Un lugar precioso, con grandes montañas y valles verdes, con amplios lagos y una biodiversidad que se mantiene virgen y apenas manipulada, donde los oficios principales se fundamentan en la agricultura y la ganadería, pero también un lugar muy difícil para vivir. Se lucha por salir adelante desde el nacimiento hasta la muerte, y si eres mujer, además de ser una carga, tus oportunidades se reducen a la mínima expresión. No hay salida posible.
Mira creció en una familia muy humilde, rodeada de cinco hermanos, pero en la que nuca se le trató como a una inferior. Las mujeres de su familia siempre fueron un ejemplo de fortaleza para ella, y quiso seguir sus pasos. Se ocupaba, como la mayoría de los niños de la aldea, en hacer las tareas domésticas, hacer recados, vender lo que sus padres cultivaban y desplazarse con grandes cargas de arroz de un pueblo a otro. Una vez finalizadas estas obligaciones, podría acudir a la escuela. Tener un sueño es inviable en el lugar de procedencia de Rai; salir de la villa, impensable.
Cuando estalló la guerra civil en Nepal, Mira tenía 14 años. La crisis económica y la escasez se comenzaron a hacer más tangibles en casa, y tras escuchar que en el ejército maoísta se ofrecía a los soldados dos comidas al día y una paga mensual, la joven decidió alistarse. Se unió, con 15 años, al partido comunista en voz de niña soldado. El dinero que ganaba lo enviaba a casa, y, además, sus padres tendrían una boca menos que alimentar.
Durante los dos años que pasó como soldado, aprendió a emplear armas, pero jamás participó en una batalla. Aprendió sobre construcción y estrategias militares y a cocinar. Además, se dedicó a entrenar, a hacer deportes como el kárate, y descubrió el running; una disciplina en la que destacaba notablemente por encima del resto de soldados, hombres y mujeres. En el ejército no se hacía distinción entre niños y niñas en cuanto al tratamiento. Eran considerados iguales. “Chicos y chicas son como el cielo y la Tierra: iguales”.
Tras quedar en primera posición en una carrera organizada en el campamento militar, Mia comenzó a correr dos horas al día todos los días.
En el año 2006 se firma un acuerdo de paz entre los partidos enfrentados en Nepal, y más de 4000 niños son expulsados del ejército por no cumplir con la mayoría de edad, entre ellos se encontraba Mía, que regresó a casa de nuevo. Como tampoco puede alistarse en el ejército de Nepal porque todavía no tiene 18 años, se muda a Katmandú, la capital de Nepal para intentar trabajar, pero se ve sin dinero, sin trabajo. Se siente pequeña e insignificante. Lo único que no deja de hacer y le sigue permitiendo sentirse viva y levantarse cada mañana es salir a correr durante horas.
Al ver que en Katmandú no va a conseguir ganarse la vida, decide hacerse con un visado para mudarse a Malasia a trabajar en una fábrica de confección. Pero la suerte juega entonces en su favor, y, semanas antes de mudarse, escucha hablar sobre una carrera que va a celebrarse en pocos días.
Sin tener ningún dato sobre esta carrera, Mia se apunta como corredora. Esta competición era, nada más y nada menos que la Himalayan Outdoor Festival, una prueba de ultra trail de 50 kilómetros, muy dura y que presentaba un terreno complicado y cuestas y pendientes muy empinadas. No consistía en la carrera más adecuada para una chica que todavía no conocía el término “trail running” y no había corrido de manera profesional jamás.
Vestida con unas zapatillas medio rotas y viejas, sin preparación y con una actitud que denotaba inocencia e ingenuidad, Mia comienza a avanzar. Cuando le quedan 10 minutos para finalizar, sufre una bajada de tensión por la falta de comida, el exceso de cansancio y por poner bajo tanta presión a su cuerpo. Pero entonces recuerda que lleva corriendo, peleando y superando dificultades desde que es pequeña. Rai, no solo finaliza la carrera, bajo una tormenta de granizo, sino que la gana. Consigue cruzar la meta de la carrera que cambió su vida por completo.
Sorprendido gratamente, el organizador de la carrera, un británico que reside en Katmandú, le ofrece entrenarla y equiparla. Le explica que el trail running es un deporte de competición y al que se puede dedicar de forma profesional. Rai, incrédula y dubitativa, le asegura que su sueño en la vida es ser corredora. A partir de ese momento la futura trail runner comienza a entrenar dos veces al día y a acudir a clases de inglés.
La segunda carrera a la que se enfrenta es en Mustang. Rai gana esta carrera convincentemente. La atleta comienza entonces a sentirse más confiada cada vez y a sentir que ha nacido para correr, y para ganar.
Su entrenador crea un crowdfunding para recaudar dinero y poder equipar bien a Mia y para poder enviarla a Italia a competir. Una vez conseguido, en 2014 la corredora participa y gana en la carrera Sella Ronda, de 57 kilómetros, y dos semanas mas tarde, vuelve a llevarse el oro en el Ultra Trail Degli Eroi.
A partir de aquí, Mia comienza una carrera de victorias constantes y se convierte en uno de los grandes talentos del trail a nivel mundial. Vuelve de Hong Kong con un oro entre sus manos, y en 2015, la marca de ropa deportiva Salomon, que había seguido su trayectoria desde cerca, se ofrece a equiparla y le ayuda a llegar a Australia para competir en la carrera Buffalo Stampede.
Rai asegura ser muy feliz en la montaña, y muy feliz cuando corre. Su mente es capaz de ignorar y bloquear el dolor temporal y se mantiene relajada en las carreras. Tiene un estilo muy característico al correr. Mantiene su cuerpo adelantado y se impulsa con las persistentes y firmes pisadas sobre el suelo. Su fluidez corporal y su capacidad de concentración y evasión mentales son unas de las claves de su éxito. No sabemos qué piensa ni que siente la corredora mientras compite o entrena. Acarrea toneladas de talento en su interior, y un talante impasible e impenetrable en el exterior.
Tres meses después de un devastador terremoto en Nepal ocurrido en 2016, Mía viaja a Chamonix para competir en una carrera en Mont Blanc (80km). La atleta se presenta especialmente sensible ante esta competición, pues, todavía afligida y llorando la muerte de familiares y amigos, quiere hacer algo por su país y llevar una noticia positiva a casa en su viaje de vuelta. No obstante, Mia nunca había corrido antes tantos kilómetros en una carrera.
El recorrido era muy duro, pero su mentalidad positiva, decidida y sacrificada, le ayudó a ganar de nuevo y cruzar la primera la línea de meta, y tras alcanzarla, con la emoción a flor de piel y una felicidad infinita, saca de su bolsa la bandera roja de Nepal y comienza a hondearla al ritmo de los aplausos y las felicitaciones de los espectadores. Ese momento fue capturado por los medios y se convirtió en la imagen de portada de todos los periódicos del día siguiente. Mia comenzó a ser desde ese día, un motivo de ilusión para todos los nepalís, pero, sobre todo, para las jóvenes niñas que vivían, como ella lo había hecho antes, en pequeñas aldeas trabajando en la tierra para subsistir.
En el año 2017 Rai recibió el premio de Aventurera del Año por el National Geographic, y en 2018, el Asian Game Changers Award.
A partir de este momento, Mia decide que quiere compartir su pasión y su “don” con todas sus compañeras y contagiar su energía y su positividad a lo largo de su pueblo y de su país. Actualmente dirige el proyecto “Exchange and Empower” junto con la organización Hong Kong Trail Running Women, un programa que tiene como fundamento ayudar a jóvenes deportistas que quieran competir, entrenar y recibir una educación profesional. Las atletas nepalís tienen la oportunidad de desplazarse a Hong Kong para competir en las carreras locales.
Gracias a Mia, muchas niñas y mujeres podrán hondear, como ella hizo una vez, la bandera de Nepal al llegar a la línea de meta.