La gestión emocional y su repercusión en nuestro bienestar y rendimiento deportivo

 

La gestión emocional y su repercusión en nuestro bienestar y rendimiento deportivo

"Acepta tus emociones, conócelas, exprésalas y no dejes que te controlen".

 Siempre hemos escuchado los beneficios que tiene realizar actividad física de forma habitual en nuestro bienestar psicológico y salud física, en concreto realizar deporte asiduamente aumenta nuestra autoestima, motivación, inteligencia emocional, favorece la circulación, coordinación, desarrollo de los músculos y un largo etcétera. Pero lo que no estamos tan acostumbrados a escuchar es la importancia de tener una buena salud mental y su repercusión en nuestra práctica deportiva.

Se ha destacado el rol pedagógico del deporte en la gestión e inteligencia emocional, pero ¿conocemos el papel de las emociones en nuestro rendimiento y bienestar deportivos?

Para responder correctamente a esta pregunta es adecuado empezar describiendo el término de Inteligencia Emocional (IE). Actualmente es un término cuya fama está creciendo exponencialmente, y se hace vigente la importancia de una buena inteligencia emocional en muchos ámbitos diferentes, nuestras relaciones sociales, en nuestro rendimiento laboral, en nuestra autoestima y autoconcepto…

Pero no es un término tan actual y moderno como podemos pensar, de hecho la inteligencia emocional cumple 31 años. Fue en 1990, de la mano de Peter Salovey y John D.Mayer quienes la introdujeron por primera vez en la literatura definiéndola como “la habilidad para regular los sentimientos y las emociones propios de uno y de otros, discriminar entre ellos y usar esta información para guiar el pensamiento y acción de uno”. Por tanto la podemos definir como la habilidad para percibir, acceder, comprender y generar emociones, tanto las propias, como las de los demás, de forma que nos permita entender la situación en la que nos encontremos y seamos capaces de tomar la mejor decisión.

A medida que crecemos vamos adquiriendo las cuatro habilidades generales que presenta la inteligencia emocional. A continuación se muestra un breve esquema ordenado cronológicamente con los cuatro pilares que la conforman:

  1. Percepción y expresión emocional.
  2. Facilitación emocional del pensamiento.
  3. Comprensión emocional.
  4. Regulación emocional.

Una vez comprendido mejor el concepto de inteligencia emocional, ¿Por qué es tan importante en nuestro rendimiento y bienestar deportivos?

Definiendo el rendimiento deportivo como el conjunto de las capacidades físicas (fuerza, coordinación, equilibrio, resistencia…), tácticas (estrategias precisas del deporte), técnicas (movimientos concretos del deporte) y psicológicas (concentración, confianza, gestión del estrés, autoconocimiento…) del propio deportista, sumado a una serie de factores externos (el rival, el tiempo, el material…) y de las cargas, intensidades y periodización de los entrenamientos.

En otras palabras, el rendimiento deportivo es la relación entre las herramientas y medios que se utilizan para lograr un objetivo y el resultado que se obtiene. A su vez, el bienestar deportivo es un estado fisiológico y mental de felicidad, estados de ánimo y pensamientos positivos acerca de uno mismo en el deporte y del deporte como tal.

Gestión Emocional y Rendimiento Deportivo

La inteligencia emocional influye directamente sobre el bienestar de las personas que practican algún tipo de deporte. Esto último es muy importante debido a que durante la realización de algún deporte o actividad física aparecen muchas emociones muy diferentes.

El deporte nos expone ante muchas situaciones muy diferentes que generan en nosotros emociones y pensamientos que pueden o bien frenar nuestra práctica o bien potenciarla. Por ejemplo, un escalador que se enfrenta a una vía complicada, es normal que afloren emociones como el miedo, pero si se deja llevar por ese miedo, es probable que tome malas y precipitadas decisiones y no acabe esa vía, lo que además puede generar una serie de pensamientos pesimistas sobre sí mismo, afectando a su bienestar psicológico. Si este mismo escalador, en esta misma situación, comprende y acepta su emoción de miedo y la gestiona correctamente, esta va a ejercer un efecto potenciador y protector en él. Haciendo que suba la vía de una forma cautelosa y tomando buenas decisiones a lo largo del camino, lo que probablemente contribuya a finalizar la vía, lo que también afecta a su percepción de éxito, motivación y autoestima, contribuyendo en su bienestar psicológico.

Las emociones por tanto, cumplen un papel fundamental en la adquisición de nuestros objetivos y nuestra percepción de nosotros mismos. Esta gestión emocional es importante tanto en deporte de competición como en deporte de ocio y tanto en niños como en adultos.

En la competición nos enfrentamos ante emociones como la ira, la frustración, la excitación intensa, la pereza, la tristeza o la alegría entre otros. Si reforzamos las emociones, haciendo que superen el umbral de adaptabilidad, aumentando las expectativas de resultado por ejemplo, el resultado va a ser que dejemos de disfrutar de nuestra pasión, nuestro deporte.

Usain Bolt Frustración

Con adaptabilidad nos referimos a la capacidad que tiene la emoción en ser positiva o negativa, partiendo de la premisa que todas ellas son necesarias. Se tiende a pensar en el efecto negativo de ciertas emociones, la realidad es que todas son igual de importantes, nos permiten tener un equilibrio emocional y tomar las decisiones más acertadas. El miedo nos hace ser cautelosos y sopesar una decisión, el enfado nos hace personas críticas y racionales, con capacidad para tomar nuestras propias decisiones y luchar por ellas. Lo que hay que tener claro es la intensidad y duración de dichas emociones, si el enfado no te permite escuchar la versión de la otra persona y te hace obcecarte en una postura, entonces esta emoción se vuelve desadaptativa ejerciendo un efecto negativo.

Por ejemplo, es normal sentirnos tristes al perder una competición o partido importante, lo que tenemos que hacer en esta situación para que la emoción sea adaptativa y tenga resultados positivos es aceptar que me puedo sentir triste y que me sirva como motivación para analizar los errores cometidos y aprender de ellos.

Si por el contrario, no gestiono esa tristeza y dejo que me “consuma” esta se vuelve desadaptativa y favorece la aparición de pensamientos negativos que afectan a nuestro rendimiento y como consecuencia también a nuestro bienestar. Por ejemplo, si en los entrenamientos mis pensamientos están más enfocados en los errores que cometí, en que perdí el partido y en anticipar un resultado negativo en el siguiente, esto no me va a permitir centrarme en el ejercicio concreto que esté realizando en ese momento, provocando, muy probablemente, que falle. Todo ello contribuirá al incremento de pensamientos negativos y emociones como la tristeza, la rabia o el enfado.

Gestión Emocional

Pensemos ahora la cantidad de emociones que pueden aparecer antes de una competición o partido, podemos sentirnos contentos, por el buen entrenamiento realizado a lo largo de la semana, podemos sentirnos frustrados por la necesidad de superar a un rival o una marca personal, podemos sentirnos aliviados por tener un rival inferior, podemos sentir desconfianza, miedo, entusiasmo, optimismo… Todo ello se puede englobar en el estrés y nervios que sentimos en esos momentos, expresado de manera muy diferente por cada persona (pensamientos, sensaciones físicas, respiración, frecuencia cardiaca…).

En este caso, la gestión emocional es fundamental para modificar nuestro propio comportamiento a nuestro beneficio, de forma que estemos concentrados y preparados para la competición o partido, entrenamiento o practica deportiva. Pero ¿Cómo convertimos a nuestras emociones en nuestras aliadas?

Carrera running

Lo primero es realizar un breve y sencillo ejercicio para empezar a conocernos y comenzar a reconocer nuestras emociones:

  1. Identifica que emoción/es estás sintiendo.
  2. Identifica como estas sintiendo esa emoción/es (pensamientos, sensaciones físicas, ritmo cardiaco, respiración…).
  3. Identifica la intensidad y duración de esta emoción/es.
  4. Analiza qué te esta provocando la emoción/es.
  5. Acepta que te puedes sentir así.
  6. Aprende de ella.

En resumen, responder a qué, cómo, por qué y desde cuando.

Si alguna de tus respuestas te da pistas de que puede ser una emoción desadaptativa, bien porque tiene una intensidad superior, porque llevas mucho sintiéndote así o porque está bloqueándote mental y/o físicamente (pensamientos disruptivos, tensión muscular, dolores, temblores…) trata de controlarla. Para controlarla y gestionarla existen múltiples formas, y como todos los seres humanos somos diferentes, no a todos nos vienen bien los mismos ejercicios. Por ello os dejamos varias opciones y os propongo que los probéis todos, de cara a encontrar la herramienta que mejor os venga en cada momento.

  1. Ejercicios de mindfulness.
  2. Meditar.
  3. Ejercicios de respiración y relajación.
  4. Recuerda por qué prácticas ese deporte. Tu objetivo puede ser muy diferente, pero la base esta en disfrutar de lo que haces.
  5. Recuerda tus virtudes y éxitos que hayas tenido. Háblate positivamente.

Por último y de cara a aprender a conocernos y a gestionar nuestras emociones os recomiendo llevar un Diario emocional en el que analices las emociones y pensamientos que has tenido a lo largo del día y más concretamente en tu práctica deportiva, que las han provocado, como se han expresado, qué consecuencias han tenido y que otras cosas podrías haber hecho.

En resumen, la actividad física y el deporte favorece nuestra inteligencia emocional y a su vez, la inteligencia emocional favorece nuestro rendimiento y bienestar deportivos.

“Entrenar el cuerpo sin prestar atención a la mente, es como no entrenar en absoluto”

Leticia Montoya - Psicóloga Deportiva