Descubriendo el Yoga y el Buceo

 

Fuimos a Indonesia a bucear y nos quedamos, además, por el yoga

Somos fieles amantes del mar, de la tranquilidad aparente de las aguas del océano, de viajar, de observar a los peces y los arrecifes de coral y de las charlas de después viendo como rompen las olas en la orilla, a contraluz, con el caer de la tarde de frente. Siempre hemos encontrado todas estas variables que para nosotros son la clave de la felicidad en el buceo

Viajamos a Indonesia para recorrer las islas de Komodo y Bali durante unas semanas, acompañados por un equipo de buceadores residentes del país que conocían las playas como la palma de su mano y nos llevaron a hacer las mejores inmersiones que hemos vivido hasta hoy. Indonesia es un país que acoge más de 17500 islas en su interior, de las cuales, unas 6000 no están habitadas. Es el decimosexto país más grande del planeta y el cuarto más poblado. 

Primera parada: La isla de Bali

 La Isla de Bali - Descubriendo el Yoga y el Buceo

El primer destino al que acudimos fue a la mítica isla de Bali, la más famosa y turística del país. Aunque haya más afluencia turística, conserva su encanto y personalidad. Es impresionante observar las playas volcánicas, los templos y la arquitectura de la zona, y el férreo y fuerte hinduismo que no ha perdido su presencia en la isla a pesar de los fuertes efectos de la globalización. Otra cosa que nos pareció curiosa fue ver los extensísimos campos de arroz de la isla, lo que explica por qué todas las comidas que tomábamos iban acompañadas de un bol de arroz, (delicioso, por cierto).

Además de por el surf y por la cercanía a la capital del país, Java, Bali es especialmente conocida por la calidad del buceo que se puede encontrar, y que nosotros encontramos, de hecho, entre los arrecifes de coral y las más de novecientas especies marinas que viven en las aguas del Pacífico. 

Parece que ya nada nos sorprende ni llama especialmente nuestra atención en este mundo de cosas ya descubiertas, frívolas e impersonales, pero cuando, nuestro primer día, temprano por la mañana, salimos de nuestra casita en Bali, nos pusimos nuestro neopreno, cogimos el material de buceo y subimos al pequeño barco dirigido por Cova, nuestra guía y mejor aliada en el camino, comenzamos a ser realmente conscientes de lo que estábamos a punto de vivir.

El buceo matutino nos gusta especialmente porque todavía no entra demasiada luz bajo el agua y los peces están tranquilos, apurando las ultimas horas de oscuridad para cazar. Pensar en el desayuno que nos espera después también es una sensación agradable. Disfrutar de las cosas antes de que ocurran. 

Cuando realizamos nuestra inmersión, con una luz casi morada, decorando nuestras caras y la superficie, pudimos ver que bucear en Bali era tan mágico como nos habían contado: peces luna, tortugas marinas, pequeños tiburones y pulpos de anillos azules son solo algunas de las especies que pudimos ver a lo largo de la mañana. Pasamos casi toda la mañana bajo el agua. Cuando regresamos a la superficie, hablábamos con Cova de lo relajante que nos había parecido la experiencia, del buen cuerpo que se nos había quedado ya para todo el día, y del poder que tiene sobre la mente el respirar profundo, el silencio y la luz tenue propia de la profundidad. Cova nos preguntó entonces si practicábamos yoga con regularidad, a lo que algunos del grupo dieron un rotundo y contundente no por respuesta, y otros, tímidamente confesamos que muy de vez en cuando, en la ciudad, asistíamos a clases de meditación en el gimnasio.

 Descubriendo el yoga y el buceo

Cova vino a buscarnos a nuestros bungalows esa misma tarde, cuando el atardecer ya teñía las nubes de naranja y el mar se veía de un color rosa, casi morado, como el de la mañana. Llevaba esterillas para todos y nos pidió que nos pusiésemos ropa deportiva. Acto seguido le acompañamos a la playa, vacía y silenciosa, donde extendió los mat; acto seguido comenzó a darnos una clase de yoga.

Al principio no éramos capaces de desconectar del resto y de centrarnos en respirar y en conectar con nuestro interior, pero entonces Cova nos dijo que pensáramos en cómo respiramos cuando buceamos, en la calma con la que inhalamos y alargamos la exhalación para aguantar más tiempo debajo del agua, y que aplicásemos esa técnica a nuestra respiración durante la clase. De un momento a otro nos encontramos en un estado de relajación completo; nuestro cuerpo flotaba entre tantísima paz, y aun con los ojos cerrados sentíamos los últimos rayos del sol de la tarde sobre nuestro cuerpo. 

 Descubriendo el yoga y el buceo

Durante los días siguientes en Bali convertimos en tradición hacer una clase de yoga de cuarenta y cinco minutos antes de bucear y otra por la tarde, antes de cenar. Pudimos observar bastantes similitudes entre el yoga y el buceo, como que ambos parten del respeto, a tu cuerpo y a lo que te rodea. 

Los dos requieren ser conscientes del momento que se está viviendo, de disfrutarlo, de apreciar el presente y no dedicar tiempo a lo que ha pasado ni a lo que está por llegar. Ambos “deportes” exigen que frenemos, que no vivamos por vivir, que apreciemos cada acción que hacemos y no la demos por hecha. 

Komodo, un paraíso natural sin precedentes y yoga submarino.

Desde Bali fuimos a la isla de Komodo, también llamada la “Isla del Lagarto Gigante” debido a que uno de los habitantes locales de Komodo es el lagarto gigante, que mide casi tres metros y pesa unos 70 kilogramos. Está en peligro de extinción y con el objetivo de protegerlo, se creó el Parque Nacional de Komodo en los años ´80. 

Además, Komodo está declarada Patrimonio Nacional por la UNESCO, lo cual se traduce en un lugar extremadamente protegido, y que se puede observar en la biodiversidad de la zona, que es la más amplia del planeta.

Nuestras semanas en Komodo no pudieron ser mejores, pasábamos los días entre mantas raya, tiburones, ballenas, delfines y tortugas marinas. Probamos la gastronomía de la zona, auténtica, especiada, riquísima, y por supuesto, acompañada de arroz. Visitamos muchísimas playas de la isla, entre ellas la Pink- Beach, cuya arena es rosa debido al deterioro de los corales de color rojo que arrastra la marea a la orilla y que, cuando se deterioran, adoptan el tamaño de un grano de arena. 

Tras hacer inmersiones en las zonas del centro de Komodo, nos dirigimos a la cara norte de la isla y buceamos bajo Cauldron y Cristal Rock. La mañana que íbamos a sumergimos en la zona de China Shop, nos dirigimos, como cada madrugada desde aquel maravilloso día con Cova, a la orilla a practicar yoga. Pero Cova nos dijo que ese día, la clase de yoga y meditación sería bajo el agua. ¿Yoga submarino? La respuesta es sí. 

Si ya sentíamos paz bajo la superficie buceando, imaginad cuando combinamos las dos prácticas más relajantes que habíamos practicado jamás. Fue increíble.

 Descubriendo el Yoga y el Buceo

Sentimos cómo nuestro cuerpo flotaba bajo el agua y sentimos una tranquilidad que no habíamos experimentado antes. Cova nos contó cuando alcanzamos de nuevo la superficie que practicar yoga bajo el agua nos ayudaría a controlar mejor nuestras inmersiones de buceo, y que nos prevendría de dolores musculares y agujetas, además, podríamos visualizar mejor las etapas de nuestras inmersiones.

Recomendamos a todos los buceadores del mundo a practicar yoga bajo el agua, sea en Komodo, en Bali ¡o en España! 

Entonces, ¿En qué se parecen el yoga  y el buceo?

Tanto el yoga como el buceo pretenden alcanzar un movimiento meditativo: Meditar para sincronizar la respiración con el vaivén del cuerpo. La respiración está muy relacionada con la mente y el estado del ánimo, con lo que, controlar la respiración nos llevará a controlar la mente. Controlar la mente nos relaja y nos da tranquilidad y favorece que el oxígeno se distribuya correctamente por el cuerpo. Yoga y buceo nos llevan a este estado meditativo natural.

La respiración

El elemento común más obvio entre el yoga y el buceo es la respiración. La respiración es un arma poderosa que nos afecta enormemente, aunque no seamos conscientes todo el tiempo. Cuanto más suave se respira, más se disfruta. Controlar la respiración además fomenta una reducción en los niveles de estrés que generamos. Resulta evidente que al controlar la respiración tendremos más tiempo para aprovechar bajo el agua. Al practicar tanto yoga como buceo, somos mucho más conscientes de los procesos respiratorios de nuestro cuerpo y de la manera en que respiramos. Debemos controlar nuestra manera de respirar; esta debe ser profunda y continua, y no aguantarla en ningún momento.

La relajación

Cuando estamos bajo el agua sentimos una tranquilidad muy difícil de explicar, pues no la encontramos fácilmente en la superficie, a no ser que estemos practicando yoga. Ambos tienen como base la generación de la calma y la concentración. Ambos dejan una sensación de bienestar una vez finalizados: Cuando buceamos o practicamos yoga, dominamos nuestro cuerpo y nos concentramos en nuestro ánimo; en mejorarlo, en descontracturarlo. 

El silencio

Otro elemento común a buceo y yoga es el silencio que rodea a ambos y que tiene un valor incalculable a la hora de meditar, de vivir el momento presente y de conectar con el yo interior de cada uno. 

 Descubriendo yoga y el buceo

 

Encontrar la tranquilidad es sencillo, solo tienes que buscarla y saber ir a por ella. Nosotros la encontramos en un rincón de Indonesia, en el buceo, en el yoga, en las conversaciones con amigos y con personas nuevas, ¿Sabes ya dónde está la tuya? 

Si no lo tienes muy claro todavía, te recomendamos que cojas un avión y te embarques en la aventura que te hemos contado y que estamos encantados de que repitas por nosotros.